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La marea violeta invade toda Suiza

El 14 de junio de 2023, Suiza fue testigo de la segunda marcha feminista más importante del país. Respeto, tiempo y dinero fueron las consignas comunes en la lucha de las mujeres por la igualdad

Berna, Suiza. El miércoles 14 de junio, la marea violeta inundó Suiza. Decenas de miles de mujeres, lesbianas, homosexuales, bisexuales, queer y transgéneros –así como hombres solidarios– participaron en la reciente huelga feminista: la movilización social más importante en el país desde la pandemia.

Organizada desde hace meses, la convocatoria representó los esfuerzos conjuntos de numerosos colectivos a nivel cantonal –provincial– y de regiones lingüísticas como la Coordinación en la región de habla francesa. Los sindicatos helvéticos más importantes –la gran mayoría integrantes de la Unión Sindical Suiza (USS) que es la principal sede de trabajadores del país– aseguraron la cobertura nacional. Fue la segunda marcha más importante de los últimos 20 años. De acuerdo con la USS, más de 300 mil personas participaron en la jornada.

Ya sea en las grandes ciudades como Berna, Zúrich, Basilea, Ginebra y Lausana o en centros urbanos más pequeños en la geografía nacional. Es una cifra extraordinaria en un país de apenas 8 millones 700 mil habitantes. Lo que significaría una participación de casi 1 millón 800 mil personas en Argentina o España; o bien, 2 millones 100 mil en Francia. El color dominante fue el violeta. Estrechamente ligado con el concepto de igualdad y símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres en el Reino Unido a inicios del siglo pasado, pues resulta de la mezcla de colores estereotípicos: el rosa para las niñas y el azul celeste para los varones.

Hace cuatro años –2019–, el mismo 14 de junio cerca de medio millón de personas se movilizó para la primera huelga femenina en lo que va del siglo. La fecha no es casual. Durante el 14 de junio de 1981, una neta mayoría de votantes aprobó la incorporación del derecho a la igualdad entre ambos géneros en la Constitución. Los cambios jurídicos con respecto a esta paridad comenzaban a concretarse en uno de los países europeos más retrógrados en cuando al reconocimiento del rol social de las mujeres.

14 de junio, lucha feminista en Suiza

El 14 de junio de 1991, una primera huelga de mujeres sacudió la estantería social para denunciar los escasos avances logrados en este proceso de búsqueda de igualdad. En particular, la equiparación salarial.

La participación política de las mujeres experimentó una dinámica lenta y tardía. Fue recién el 7 de febrero de 1971 que se aprobó el voto femenino en las urnas. La confederación helvética se ubica en el pelotón de cola del reconocimiento legal de este derecho. En Europa figura por delante tan sólo de Portugal (1976), Liechtenstein (1984) y Moldavia (1994). Sin embargo, están muy detrás de otras naciones del continente, incluidas sus vecinas con quienes comparte fronteras: Alemania y Austria (1918), Francia (1944) e Italia (1945).

Principales reivindicaciones

Los colectivos feministas que convocaron a la huelga despliegan una larga lista de reivindicaciones. Como lo dicen varios de sus documentos, la más estratégica sigue siendo “el cambio del sistema patriarcal y capitalista”. Sin embargo, desde hace meses, cada sindicato, región lingüística o sector de actividad han venido definiendo sus reclamos específicos.

Los más comunes que cuentan con un consenso total son: la reducción de la jornada laboral, licencias parentales de un año por lo menos, salarios y pensiones que permitan vivir con dignidad, la abolición del sistema privado de seguros médicos, una política feminista de asilo y migración y medidas sistemáticas para combatir la violencia y la discriminación.

En su sitio web, el movimiento se pregunta: ¿Por qué estamos en huelga? La respuesta enfatiza que “las mujeres continúan percibiendo salarios y pensiones más bajos que los de los hombres. Asumen más trabajo no remunerado y siguen sufriendo discriminación y acoso. De una vez por todas ¡Las cosas tienen que cambiar!” Uno de los afiches –en el que aparece una quincena de manifestantes (incluyendo niñas y niños)– muestra una gran banderola con la consigna: “Respeto –contra todo tipo de violencia o acoso–, tiempo –en referencia a jornadas laborales controladas– y dinero –apuntando a la igualdad salarial–”. Fue el eslogan más coreado en las diversas marchas descentralizadas en el país.

Las promotoras explicaron que decidieron convocar esta “gran huelga feminista” de 2023 para protestar contra la lentitud e indiferencia que la sociedad suiza ha demostrado al respecto. “Nos movilizaremos en el lugar de trabajo, donde se originan tantas desigualdades”, declararon. “Pero también públicamente para que toda la sociedad reaccione”.

Tres son las reivindicaciones centrales y comunes en las agrupaciones. La primera: la revalorización financiera y social del trabajo de la mujer. Ésto implica paridad salarial y los necesarios aumentos en los sectores bajos y medios del espectro laboral. En estos ámbitos, la proporción de mujeres es elevada. Las promotoras exigen sueldos mínimos de 4 mil 500 francos mensuales –monto semejante en dólares–. Pues se trata de un país, donde el alquiler medio de una vivienda de tres o cuatro habitaciones oscila alrededor de 2 mil francos, el costo del seguro médico para una persona adulta supera los 400 francos mensuales y los impuestos anuales significan –al menos– dos salarios mensuales.

La segunda demanda esencial tiene que ver con las horas de trabajo. Como lo explican las promotoras, es necesario más tiempo y dinero para cuidar de la familia. Lo que significa horarios negociados y compatibles con las necesidades de cada familia. Ello, en lugar de la exigencia de guardias y disponibilidad permanente. La reducción de la jornada laboral propone, específicamente, no más de 30 a 35 horas semanales en lugar de la trampa de tiempo parcial y subempleo. En cuanto al cuidado de los niños debe ser “un servicio público”. El Estado tiene que financiar la prestación de asistencia y bienestar de los infantes.

La tercera va dirigida al respeto en el lugar de trabajo para evitar todo tipo de agresión sexista. “Tolerancia cero a la violencia sexista y sexual. Los culpables deben ser castigados. Exigimos la prevención del acoso sexual y del sexismo en el lugar de trabajo. Las Convenciones Colectivas de Trabajo deben garantizarlo”, señala el documento de la huelga. Demanda que Suiza ratifique y aplique “de una vez el Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo contra la violencia sexista y sexual en el lugar de trabajo”.

Las mujeres –cuyos empleos están en la prensa y los medios de comunicación– elaboraron –con el apoyo de sindicatos del sector involucrados (Syndicom y el de televisión y radio públicas)– un pliego específico de demandas. Además de las exigencias básicas consensuadas por el movimiento, puntualizan la necesidad de que más mujeres ocupen puestos ejecutivos con capacidad de decisión y de mayor responsabilidad en los medios. Su consigna fue: “Más mujeres, más noticias”.

Diversidad en las formas de protesta

La calificación de esta jornada de huelga como “feminista” revela su intencionalidad más amplia, diversa y abarcadora que las anteriores huelgas “de mujeres”. También sus formas de participación fueron diversas. En muchos casos y en las principales ciudades, hubo encuentros centralizados al mediodía –aprovechando la pausa laboral– y movilizaciones masivas en las últimas horas de la tarde. Berna concentró más de 30 mil manifestantes; Lausana, una cifra similar; Zúrich, un número mayor, y Ginebra, cerca de 10 mil. En diversos sectores de actividades, los colectivos y los sindicatos negociaron con las autoridades cantonales o federales el derecho de las trabajadoras del sector público a movilizarse sin sanciones salariales.

En el ámbito de las empresas privadas, se buscaron formas novedosas como descansos más extensos durante el horario laboral para que pudieran participar en el debate. Los colectivos y los sindicatos señalaron tres momentos importantes para la protesta colectiva y unitaria: 10:46 de la mañana –para reclamar por la situación de las mujeres–, 13:33 –para cruzarse de brazos con el propósito de demostrar que el país se paraliza sin ellas– y 15:24 –para abandonar los trabajos con el fin de incorporarse a las manifestaciones en cada ciudad–. En una jornada normal, los 96 minutos restantes a partir de 15:24 hasta 17:00 equivale al tiempo, en el cual –según las estadísticas– las mujeres trabajan “gratis”. Ello, si se comparan sus salarios con los de sus pares varones.

La paridad salarial, el corazón mismo de la protesta

Según un documento publicado por el sindicato multisectorial UNIA –basado en información de la oficial Oficina Nacional de Estadísticas–, las mujeres ganan unos 454 francos mensuales menos que los hombres como media nacional. La diferencia anual de 5 mil 448 se debe a que el salario de las primeras por un trabajo de igual valor y responsabilidad es menor que el de los segundos. Asimismo, ellas suelen laborar en sectores mal remunerados y menos reconocidos, por ejemplo, la venta en los comercios, el cuidado de otras personas y la hostelería. Por otra parte, muchas trabajan a tiempo parcial y tienen menos probabilidades y posibilidades profesionales que los varones de alcanzar puestos ejecutivos.

Por su parte, el Estudio General de la Brecha Salarial de Género (GOEG, por su sigla en inglés) –publicado en septiembre de 2022– señala que la diferencia llegó al 43.2 por ciento durante 2018. En otras palabras: los ingresos por hora de las trabajadoras de 16 a 64 años fueron 43.2 por ciento menores. Ese mismo año, esta magnitud clasificó a Suiza en el tercer lugar con mayor desigualdad entre 30 países europeos.

De la misma manera, explica que se debe a la “alta proporción de mujeres que trabajan a tiempo parcial”. Ellas constituyen la mitad de la mano de obra calificada, sin embargo, cubren menos horas. Mientras que 63 por ciento entre 25 a 54 años laboran media jornada en el país alpino, en la Unión Europea ese índice es 28 por ciento.

En cuanto a las pensiones, señala que la brecha de género fue del 34.6 por ciento en 2020. Ello refleja las diferencias en la participación femenina, los efectos de los modelos imperantes de organización familiar –debido a que las mujeres mayoritariamente se encargan del trabajo remunerado, de las tareas del hogar y el cuidado de sus hijos– y la diferencia salarial a lo largo de la carrera profesional.

La marea violeta inundó Suiza. Con voces de protesta fundamentalmente jóvenes, la lucha feminista y por la diversidad se dieron la mano con reivindicaciones sindicales y climáticas. Sacudón relevante en una sociedad –como pasa en buena parte de Europa a excepción de Francia y Gran Bretaña– que recién ahora parece comenzar a recuperar las calles. Ésto con el objetivo de protestar contra el nuevo ajuste de tuerca antisocial que se da con el correspondiente desmantelamiento progresivo de un Estado social cada vez más amenazado.

Fuente: Contralinea

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