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México: en sólo cinco meses, Jalisco perdió más de 100 mil hectáreas de bosques a causa de los incendios

Hasta el 22 de mayo de 2023, Jalisco registró un total de 905 incendios forestales. De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente local, esta ha sido la peor temporada en los últimos tres años.

En 2017, el botánico Dante Figueroa hizo un viaje para estudiar agaves y pinos en el cerro El Crestón, en el bosque del municipio de Mixtlán. Mientras él y su equipo exploraban esta zona del estado de Jalisco, en el occidente de México, encontraron una flor que les llamó la atención: una orquídea que, meses más tarde, resultó ser nueva para la ciencia. Durante cinco años, los investigadores regresaron al sitio para poder estudiar con mayor detalle a la orquídea y tomar fotografías para entender su hábitat.

El 8 de mayo de 2023, Figueroa recibió la noticia de que el fuego avanzaba en el Cerro El Crestón. Su tío, quien vive en la zona, le llamó para que regresara al sitio donde identificó a la orquídea.

El botánico encontró el lugar devastado. Ese incendio de principios de mayo fue uno de los más grandes que se han registrado en lo que va del año en Jalisco, con 4091 hectáreas afectadas. Para extinguirlo, las autoridades reportaron la participación de 219 bomberos. Los trabajos duraron más de tres días.

De acuerdo con información proporcionada a Mongabay Latam por la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial de Jalisco (Semadet), esta ha sido la peor temporada en los últimos tres años. Desde enero y con corte al 22 mayo de 2023, han ocurrido 905 incendios en el estado. Con ellos, se afectaron 112 752 hectáreas. Además, la superficie dañada se duplicó con respecto al mismo periodo de 2022, que registró 52 644 hectáreas quemadas.

A nivel nacional, hasta el 18 de mayo, Jalisco se ubicaba como el segundo estado afectado por los incendios forestales —solo después del Estado de México—, sin embargo, era el primero en superficie quemada, según el Reporte Semanal de Incendios Forestales, de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

“El lugar donde se descubre una especie es muy importante para los botánicos, porque representa la población a partir de la cual se registró un nombre científico. Perder estos espacios no es triste solo por perder la biodiversidad o por perder una población de una especie, sino también porque se está perdiendo una parte de la historia de la biología”, lamenta Figueroa, especialista en coníferas mexicanas y flora del occidente de México e investigador en el posgrado en Ciencias Biológicas del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El cambio del paisaje y los incendios

Según la plataforma Global Forest Watch, de 2001 a 2021, Jalisco perdió 83 400 hectáreas de cobertura arbórea a causa de los incendios. El peor año fue el 2019, cuando el fuego acabó con 19 300 hectáreas de bosques. Para lo que va del 2023, de enero al 23 de mayo, la plataforma también ha notificado 19 482 alertas de incendios en el estado.

Los incendios que se han presentado en este 2023 están asociados a bosques que no tienen un manejo forestal comunitario, a procesos de cambio de suelo y al paisaje transformado, sumado a condiciones de meses muy calurosos y secos, señala Enrique Jardel, profesor del Departamento de Ecología y Recursos Naturales de la Universidad de Guadalajara y especialista en el manejo de fuego.

En Jalisco, como prácticamente en todo el mundo, el paisaje ha cambiado por la influencia humana, apunta el experto. La expansión de las áreas agrícolas que deforestan y cambian el uso de suelo para establecer cultivos comerciales —como aguacate y agaves— y los pastizales para el ganado, así como la explotación ilegal de madera, han fragmentado los bosques jaliscienses, trayendo consigo factores que propician los incendios, como las quemas agropecuarias y los residuos que se convierten en material combustible.

“Es muy importante tomar en cuenta que los incendios están ocurriendo en paisajes transformados por la actividad humana y también en un contexto de cambio climático, que también es un fenómeno causado por la actividad humana. En la época actual, los incendios están ocurriendo en condiciones muy diferentes a las que existían en el pasado”, describe Jardel.

Las áreas naturales protegidas en Jalisco tienen una importante capacidad de respuesta frente a los incendios: hay brigadas entrenadas para el combate de los eventos —y en algunas hay comunidades agrarias que tienen sus propias brigadas que han realizado medidas preventivas—, y son de las zonas que reciben más atención mediática y de la ciudadanía. Pero hay otros lugares con menos suerte, dice el especialista.

“Cuando un incendio ocurre en una reserva o en un área de conservación, siempre es más notorio porque está bajo la mirada de todos. Siempre han llamado más la atención, pero podemos decir que, en términos relativos, han salido mejor libradas que otras áreas en las cuales no hay ni protección ni tampoco una base de manejo forestal comunitario o privado”, describe el experto.

Jalisco es uno de los estados mexicanos mejor preparados para los incendios, por todas las capacidades que tiene para el combate, señala Jardel. Sin embargo, recuerda que los especialistas que estudian el fuego en los bosques —tanto en la investigación ecológica como en la implementación de acciones de manejo del fuego— han insistido en que no se resolverá la problemática de los incendios forestales únicamente con medidas de combate.

“El combate es solo una parte —muy importante—, pero es solo una parte de una estrategia de manejo del fuego. Deberíamos estar invirtiendo en las acciones de prevención física, eso es fundamental: el manejo de combustibles, la construcción de brechas cortafuego y todas estas cosas que ayudan a prevenir los incendios”, dice el experto.

Además, otro componente de esa estrategia tiene que ver con el uso responsable de las tierras y apunta al manejo forestal sostenible. Jardel explica que, en aquellos lugares del país donde hay empresas forestales comunitarias que practican una buena silvicultura y prácticas de conservación, no tienen una incidencia de incendios tan crítica, pues hay dueños de la tierra que están comprometidos en conservarla y en aprovecharla de manera sostenible, por lo que emplean oportunamente las prácticas de manejo del fuego.

2023, un año complicado

“Por tercer año consecutivo en Jalisco, tuvimos el fenómeno de La Niña, que presenta períodos prolongados de sequía. Esto aumenta las posibilidades de que los incendios que se presenten se desarrollen con más rapidez, sean más explosivos y, por ende, que sean más difíciles de controlar”, explica Rebeca González, oficial de información de la dirección de Manejo del Fuego de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet).

Este fenómeno meteorológico, unido al descuido humano, ha devastado a los bosques jaliscienses. “El origen de los incendios en el estado se debe a las actividades relacionadas con todo aquello que desarrolla el humano, como la agricultura y la ganadería, que emplean el uso del fuego”, coincide González respecto a la práctica utilizada para eliminar la cobertura vegetal residual de una cosecha previa.

En lo que va del 2023, apunta la Semadet, se combatieron 396 incendios en zonas agrícolas y de pastizales que representaban un riesgo para los bosques. Al sumar estos eventos con los que sí se convirtieron en incendios forestales, Jalisco acumula 1298 incendios solo en esta temporada.

Según los registros de la institución, de enero a lo que va de mayo de 2023, los municipios con mayores incendios forestales son Zapopan, con 147 eventos; Tapalpa, con 47; y Tlajomulco de Zúñiga, con 41. Durante esta temporada, se ha detenido a 11 personas en flagrancia, generando incendios forestales intencionalmente.

“El programa de prevención en el estado de Jalisco lo iniciamos a finales del año pasado, entre noviembre y diciembre. En participación con otras instituciones, el estado de Jalisco ha realizado actividades tanto de prevención física, que se realiza con el personal combatiente en campo, que realiza limpieza y apertura de brechas cortafuegos, rehabilitación de caminos forestales, líneas negras, quemas controladas y prescritas”, detalla González.

También agrega que se trabaja en actividades de prevención legal en coordinación con los municipios, para poder realizar los calendarios de quemas agropecuarias y para regular el uso de fuego en el interior del Estado. “Hay que tener presente que, en el área metropolitana de Guadalajara, están prohibidas las quemas y esto es debido a la modificación que se hizo en la Ley Estatal de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente del Estado”, agrega la funcionaria, entre otras medidas como la prevención cultural con la ciudadanía y la búsqueda de socios internacionales para la capacitación y equipamiento de las brigadas combatientes.

De igual forma, afirma que este año hubo un aumento de personal para la atención de incendios. “Son casi 1900 brigadistas o bomberos y bomberas forestales, distribuidos en 186 brigadas de los tres órdenes de gobierno y sociedad civil. Para el último periodo de la temporada, tenemos contempladas otras tres brigadas emergentes, que sumarían otros 39 combatientes para la Secretaría de Medio Ambiente”.

Los combatientes del fuego

Manuel Alejandro Justo Hernández murió defendiendo el bosque. El 28 de abril de 2023, cuando se incendió el paraje El Carrizal, en el municipio de Tapalpa, el integrante de la brigada Mazati —de solo 22 años de edad—, fue uno de los primeros en responder a la emergencia. Para extinguir aquel incendio, participaron 291 bomberos durante casi 72 horas.

“Hubo dos combatientes más que resultaron lesionados por un incendio en el Cerro Viejo, que es parte del área metropolitana de Guadalajara y que corresponde al municipio de Tlajomulco”, explica el comandante Sergio Ramírez, coordinador intermunicipal de Protección Civil y Bomberos para Guadalajara y Zapopan, respecto a las afectaciones directas a los combatientes de los incendios de este año.

Ramírez señala que, sólo durante mayo —el mes más crítico para los incendios forestales—, reciben entre dos y tres reportes diarios para atender incendios. Sin embargo, atienden tres o cuatro semanales que demandan logística y recursos importantes, que requieren entre 24 y 48 horas, en promedio, para su control y liquidación. El número de combatientes para atender la cantidad de casos, resulta insuficiente, asegura Ramírez.

“No es suficiente y es un tema que se tiene que fortalecer. Tuvimos una reunión hace algunas semanas con autoridades del gobierno del estado, donde se planteaba la necesidad de más personal. Pero no es un tema que vamos a resolver en este momento, es un tema que se tiene que trabajar, porque no puedes contratar a personas, uniformarlas y meterlas como combatientes forestales. Sin embargo, el tema va caminando muy bien, porque hemos convencido a las autoridades de que tenemos que contratar personal”, explica el comandante, e insiste en que no se trata únicamente de combatir el fuego temporalmente, sino de tener personal que pueda trabajar todo el año en la restauración y conservación del suelo.

Seis años atrás —apunta Rodríguez—, se comenzaron a ver incendios más explosivos en su zona de influencia. Ahora son dos o tres por temporada y muchos de ellos están asociados a la práctica de quema agrícola. Eso representa un riesgo muy importante para el personal, porque se le debe entrenar para poder identificar este tipo de condiciones y riesgos: “Ya no solamente es hacer una línea negra, un guardarraya, un cortafuego o combate directo; tienen que conocer desde el tipo de material vegetal o la masa forestal que tenemos, hasta la interpretación de información meteorológica que se está enviando en los mensajes de seguridad durante los diferentes periodos de operacionales”, detalla el comandante.

Aunque se espera el ingreso de humedad y precipitaciones muy ligeras en las próximas semanas, que podrían ayudar a calmar las condiciones de riesgo, las lluvias se esperan hasta la segunda mitad de junio. “Pero ahorita, para nosotros, es la etapa más crítica: ya hay cansancio en el personal, los recursos humanos y materiales están agotándose. Por ejemplo, las aeronaves para combatir incendios se rentan por temporadas y pueden ser alrededor de 120 horas —que fue el primer contrato— y ya tuvimos que hacer una ampliación porque andamos alrededor de 160 horas de vuelo. Tenemos que estar haciendo los ajustes de último momento para poder salvar la temporada”.

Y Ramírez concluye: “Un reto para nosotros es dar a conocer lo que los combatientes están haciendo en campo. Es importante que el tema esté en el debate público, pero es importante que se vaya conociendo el contexto de cómo se enfrentan los incendios, de cómo se previenen, y que la gente nos ayude a hacer conciencia colectiva de lo que nuestro personal está trabajando todos los días. Eso nos ayuda con las gestiones para mejorar el equipamiento, las percepciones laborales y el entrenamiento. Tener equipos bien preparados también nos garantiza que, como comunidad, tengamos las condiciones necesarias para poder tener cuerpos de respuesta, pero también de prevención eficientes”.

Las pérdidas para la historia

Figueroa recuerda que en los últimos años los incendios forestales en las áreas naturales protegidas de Jalisco han sido varios y con muy poco tiempo de recuperación de las zonas.

En todos estos sitios, dice el especialista, resulta preocupante la pérdida de áreas con elevada riqueza florística, donde habitan muchas especies protegidas por la Norma Oficial Mexicana. Por ejemplo, el Bosque La Primavera, es una de las áreas naturales protegidas con incendios más recurrentes y con zonas que se han quemado en años muy cercanos. Allí habitan algunas especies que sólo se conocen en ese territorio, como el árbol Populus primaveralepensis o la planta floral Lobelia villarregalis.

También existen sitios que no están protegidos y que son sumamente importantes. La Sierra El Cuale-Tuito ha sufrido incendios en los últimos años —el más reciente a inicios de mayo—. “Esta es una de las regiones de mayor diversidad del occidente de México y está repleto de plantas que sólo se conocen de esa zona. Lo poco que se ha explorado ha mostrado que es un lugar único. Aquí es común que año con año se descubran especies nuevas para la ciencia”, afirma Figueroa.

Esto es sólo por mencionar algunas de las zonas a las que se puede acceder —dice Figueroa—, pues todavía existen muchos espacios inexplorados y ricos en biodiversidad en los bosques jaliscienses. Esos son los que más preocupan a los especialistas. En estos lugares es común encontrar y describir nuevas especies, así como es igualmente común regresar y encontrar los sitios arrasados por los incendios.

“Para nosotros es muy triste saber que algo estuvo ahí, lejos de nosotros por mucho tiempo, y que de repente ya no sepamos nada. Están desapareciendo los bosques, están desapareciendo especies mucho antes de que sepamos que existen. Están desapareciendo historias completas, porque los seres vivos también son historias”, concluye Figueroa, quien después de cinco años de estudios, a mediados de este 2023, publicará un artículo científico en el que describirá a la nueva especie de orquídea, a la cual bautizó como Triphora sp. nov.

Fuente: Animal Político

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