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Bombardeo de nubes, un programa contra la sequía que siembra dudas

El programa que ejecutan la Sader, la Sedena y la Conagua busca generar lluvias y mitigar los efectos de la sequía en el norte y el centro del país, pero investigadores advierten que hay poca evidencia de que pueda dar los resultados esperados.

En contra de los argumentos de la comunidad científica y a pesar de la poca evidencia sobre la eficacia de esta medida, desde 2021 el gobierno federal ha implementado la técnica de bombardeo de nubes o “sembrado de nubes” para combatir las sequías que han azotado al norte y al centro del país, sin que hasta ahora se hayan tenido resultados contundentes. 

La “estimulación de lluvias”, como la llama el gobierno, inició como proyecto en estados del norte: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Zacatecas, Sinaloa. A partir de 2023, se estrenó en entidades del centro, en específico, en la zona del Sistema Cutzamala en el Valle de México, así como en Michoacán. 

Hasta marzo de este año, se habían realizado 250 vuelos. 

El programa lo encabeza la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), mediante la Comisión Nacional de Zonas Áridas (Conaza) en colaboración con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la cual brinda la aeronave King Air 350 de la Fuerza Aérea Mexicana. Igualmente, participa la Comisión Nacional del Agua (Conagua). 

El argumento del gobierno para implementar el “sembrado de nubes” como una medida permanente es que su efectividad para provocar lluvias oscila entre 25% y 45%. Sin embargo, no ha presentado informes detallados ni reportes técnicos para demostrar cómo se están mitigando los efectos de la sequía. 

Especialistas e informes consultados consideran esta técnica como un “acto de buena fe”, que por sí solo no ayuda a llenar presas ni a mitigar los efectos de la sequía, puesto que durante esa temporada no hay nubes y se requiere de ellas para “provocar” la lluvia. 

Ana Elisa Silva, ingeniera ambiental de la UNAM, comparó el “sembrado de nubes” con la medicina alternativa. 

“Es como una medida alternativa, partimos desde la fe: ‘Ojalá que se mejoren las cosas’. No tenemos garantías, no hay certidumbre, incluso, a pesar de ser algo que se ha estudiado varios años y que se han hecho ejercicios muy importantes en el mundo. Tampoco es una forma fácil, segura, que con certeza nos va a dar el agua”, dijo.

Sin embargo, reconoció que podría utilizarse como una acción complementaria a otras que el gobierno debe realizar, como la captación de agua pluvial, el cambio de aparatos sanitarios, reparar las fugas e instalar potabilizadoras en los ríos del poniente, entre otras.

El Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, mediante el artículo “Sobre la utilización de tecnologías de modificación artificial del tiempo para el incremento de la precipitación”, publicado el pasado 24 de marzo, indicó que no hay evidencia científica de que esta técnica incremente la lluvia. 

“Hasta ahora, no existe en la comunidad científica un consenso de evidencia fehaciente en que la ‘siembra de nubes’ aumente la precipitación sobre zonas de importancia económica pese a la existencia de pruebas estadísticas”, apuntó. 

En el documento, el instituto destacó que la estimulación de lluvias debe considerarse solo como un elemento de una estrategia integrada de gestión de los recursos hídricos, ya que “es difícil conseguir un alivio inmediato de la sequía: particularmente, si no hay nubes no se puede estimular artificialmente la precipitación”. 

A nivel internacional, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 2017 advirtió sobre estos esfuerzos y ha señalado las dificultades históricas para demostrar la causa y el efecto de las intervenciones de “siembra” a escala local.

Disminuyen niveles en presas del Sistema Cutzamala 

A pesar de la implementación del programa, del 28 de marzo al 7 de mayo en las presas del Sistema Cutzamala los niveles de agua disminuyeron y no se presentaron lluvias significativas. 

El objetivo de este programa fue hacerle frente a los efectos de la sequía y aumentar la capacidad de las presas del Sistema Cutzamala, una de las fuentes de abastecimiento de agua en el Valle de México, entre 25% y 50%.

“(Se busca) mitigar los efectos de la sequía, mantener las presas en un nivel de operatividad óptimo que es alrededor del 50%, tratar de elevar ese nivel a manera de que cuando empiece la temporada de lluvias tenga un nivel óptimo y seguro de operatividad”, señaló Ricardo Torres, capitán segundo de la Fuerza Aérea y meteorólogo. 

Sin embargo, no se logró. El informe del 6 de marzo del Comité Técnico de Operación de Obras Hidráulicas de la Conagua apuntaba que la capacidad de las presas estaba en 49% y para el 1 de mayo los niveles registraron 40%, lo que equivale a 22% menos de su nivel histórico, que es de 63%. 

De manera individual, la presa Villa Victoria registró el 28% de su capacidad, El Bosque 42% y Valle de Bravo 46%, según datos del Organismo de Cuenca Aguas del Valle de México. 

¿En qué consiste el bombardeo de nubes?

Esta técnica consiste en inyectar con yoduro de plata y acetona la nubosidad, para acelerar el proceso de lluvias. Se tiene que realizar cuando existan las condiciones meteorológicas idóneas de humedad, por lo que tiene que haber nubes, y esto depende de muchos factores como la dirección de los vientos y el tipo de terreno.

El procedimiento se realiza mediante una aeronave adaptada. “Se colocan dos contenedores, uno de los cuales tiene el estimulante, que en este caso es yoduro de plata, que actúa como núcleo de condensación, y otro contenedor, que es básicamente la presión neumática que permite que el estimulante salga por la parte trasera del avión con la presión suficiente para que sea esparcido a lo largo de la nube”, explicó el piloto Diego Ávalos, teniente de la Fuerza Aérea.

Agregó que, como parte de la coordinación entre dependencias, la Sader es aquella que proporciona el material para la estimulación de la nube, la Sedena realiza la operación y la Conagua brinda la información sobre las condiciones de la atmósfera. 

La técnica del bombardeo de nubes no es nueva. La especialista Ana Elisa Silva explicó que los doctores Irving Langmuir y Bernard Vonnegut encontraron la forma de aplicarla con cristales de yoduro de plata en 1946, en Estados Unidos. 

En México, agregó Silva, el ingeniero agrónomo Manuel Menéndez Osorio realizó el desarrollo de esta tecnología, que incluso creó una patente en la década de 1970. 

En la actualidad, el ingeniero y exfuncionario de la Sader Alejandro Trueba es quien ha desarrollado esta técnica a través de su empresa Startup Renaissance, a la cual de 2020 a 2021 le fueron otorgados por adjudicación directa siete contratos, que ascienden 51 millones 749 mil 600 pesos, de acuerdo con la Plataforma Nacional de Transparencia. 

Fuente: Animal Político

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