
El gobierno de Hamas en la Franja de Gaza acusó este sábado al Ejército israelí de utilizar el agua como una “herramienta de genocidio” y un “arma de guerra”, tras la destrucción del 90% de la infraestructura de agua y saneamiento en el enclave palestino.
En un comunicado, la Oficina de Medios del Ejecutivo gazatí advirtió que más de 1.7 millones de personas han enfermado por la falta de acceso a agua potable, con padecimientos como diarrea, disentería y hepatitis A, y más de 50 muertes registradas —la mayoría de ellas niños— debido a deshidratación y malnutrición.
“La ocupación (israelí) continúa privando deliberadamente a la población de la cantidad mínima de agua necesaria para la supervivencia al atacar sistemáticamente la infraestructura de agua, cerrando vías de suministro, destruyendo pozos y estaciones de agua, cortando la electricidad e (impidiendo la entrada de) combustibles necesarios”, denunció el comunicado.
Organizaciones humanitarias han respaldado estas denuncias. El pasado martes, Médicos Sin Fronteras también alertó que Israel ha convertido la privación de agua en una herramienta de guerra contra los más de dos millones de habitantes de Gaza.
Entre los hechos destacados, las autoridades gazatíes mencionaron la interrupción del suministro de dos tuberías operadas por la compañía israelí Mekorot, que proporcionaban más de 35 mil metros cúbicos diarios de agua a más de 700 mil personas. Además, el corte de electricidad a la planta desalinizadora de Deir el Balah dejó sin acceso al agua a unas 800 mil personas en el centro y sur de Gaza.
Bloqueo total de suministros
Desde el 2 de marzo, Israel impuso un bloqueo total de suministros, que sigue vigente tras 40 días, restringiendo el ingreso de alimentos, ayuda humanitaria, agua, medicamentos y combustible. Según el Programa Mundial de Alimentos, cientos de miles de palestinos están al borde de la hambruna.
La ONU advierte que dos tercios de Gaza ya están bajo órdenes de evacuación forzosa o en zonas de exclusión, y que el reinicio de los bombardeos tras el fin del alto el fuego el 18 de marzo ha dejado 1,563 muertos, más de 4,000 heridos y unos 400,000 desplazados, según cifras de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA).