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El Supremo de EE.UU. enfrenta debate sobre tratamientos para menores trans

El acceso de menores transgénero a bloqueadores de la pubertad y terapias hormonales se encuentra en el centro de un caso histórico que llegó este miércoles al Tribunal Supremo de Estados Unidos. Los magistrados analizan la ley SB1 de Tennessee, promulgada en 2023, que prohíbe estos tratamientos y ha generado divisiones en torno a los derechos de las personas trans.

La administración de Joe Biden, junto a familias afectadas y activistas, calificó la ley como discriminatoria, argumentando que viola la Decimocuarta Enmienda al restringir el acceso a tratamientos médicos aprobados para otros usos. Según Elizabeth Prelogar, abogada de la Casa Blanca, estas terapias son cruciales para combatir la depresión y el riesgo de suicidio en adolescentes con disforia de género.

En contraste, los defensores de la ley aseguran que estas intervenciones son “irreversibles y de alto riesgo”. Matthew Rice, representante estatal de Tennessee, afirmó que la normativa protege a los menores y que los mismos criterios médicos se aplican sin distinción de género.

Durante la audiencia, los jueces del Supremo expresaron opiniones encontradas. John Roberts, presidente del tribunal, sugirió que el asunto debería ser decidido por los legisladores estatales, mientras que Brett Kavanaugh reconoció la dificultad de establecer un balance, señalando los posibles daños tanto en la autorización como en la prohibición de estos tratamientos.

El caso cobra relevancia en un contexto nacional marcado por tensiones políticas y sociales. Más de 300,000 adolescentes transgénero viven en estados con leyes restrictivas similares, según el Instituto Williams de la Universidad de UCLA. Además, Donald Trump, próximo presidente, ha prometido implementar una prohibición federal para menores y limitar el acceso a tratamientos de transición para adultos.

La resolución del Tribunal Supremo, ante este caso sin precedentes, podría definir el futuro de los derechos de las personas transgénero en Estados Unidos y marcar un precedente en las denominadas “guerras culturales” que dividen al país.

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